Hay días que me pongo nostálgica y pienso que la hora de cocinar ha sido devaluada y la hora de sentarse a comer, ha pasado de ser sagrada, a ignorada. En mi libro La Cocina No Muerde escribí “¿quién dijo que comer rápido y barato era de gente astuta, si sólo nos llena de libras y enfermedades?”.
Cuando me preguntan cómo lo hago, siempre digo: "soy una fiel creyente del refrán: somos lo que comemos”.
Y es que lo que comemos y bebemos tiene un impacto directo con la forma en que nos sentimos y nos vemos. Nuestro ánimo, agilidad, sueño y obviamente la salud, se afectan directamente. La obesidad es un problema físico, mental, emocional y no se puede ignorar, o nos regalará poca vida o nos traerá otras condiciones como la Diabetes, por mencionar una.
Recuerdo dos técnicas con las que me criaron: comer fuera poco y sólo en buenos restaurantes y no comer carne todos los días para que el presupuesto diera para comprar mejor calidad otros días de la semana.
Entiende que es como una receta y que tiene que estar balanceada. Este cambio que buscas empieza desde analizar lo que compras para llevar a tu cocina, hasta lo que comes en la calle.
- Elimina todo lo procesado, no compres comida lista por libra, enlatada, congelada o de caja.
- Consume más aceite de oliva que mantequilla.
- Cocina más en casa y evita comer en restaurantes con un menú extenso. Lo aprendido sobre lo que nos sirven afuera, me ha cambiado la vida. Quiérete más y come mejor.
- Opta por sopas y salsas sin crema, al menos cuando cenes fuera de casa.
- Elimina las salsas de pote, prepáralas en casa aunque sea con un buen tomate de conserva.
- No comas alto en sal y deja lo frito y los dulces para 1 vez por semana.
- Compra más vegetales frescos. Un día los haces asados, otros al sartén, en sopa, ensalada y hasta en guisos, quinoa, pasta o arroces y compra los de temporada que son más económicos y sabrosos. Y trata recetas nuevas cada semana.
- Agrega más hierbas frescas, especias e ingredientes como el ajo y el gengibre que aportan sabor y nos sacan de la rutina.
- Lee las etiquetas y compra buena calidad de proteínas.
- Compra todo lo más natural posible y si es algo que viene con sabor, por ejemplo un yogurt, agrega tú mismo la fruta en casa.
- Toma agua, mucha agua. Y si eres como yo, que soy amante del vino y el tequila, recuerda tomar mucha agua mientras disfrutas de ellos. Así te hidratas bien y vas limpiando tu sistema. Evita los cocteles que tienen azúcares y jugos procesados.
- Haz ejercicio unas 3 veces por semana como mínimo y ponte nuevas metas todos los día.
En fin, llena ese lugar sagrado que se llama cocina con ingredientes que comprarían nuestras abuelas. Lleva una lonchera saludable a la escuela o el trabajo, cuida lo más valioso que tienes, tu vida. Y no te rindas, como dice la canción, despacito. Lo importante es que hoy decidas cambiar tu vida pues “somos lo que comemos”.