Desde niños, aprendemos a comportarnos de acuerdo con lo que los mayores responden ante nuestras acciones. Esperamos un feedback positivo o negativo para continuar avanzando en un sentido o en otro y también para construir nuestra propia imagen y autoestima. Igualmente, en la empresa necesitamos encontrar una respuesta, un feedback a nuestro trabajo que nos permita mejorar el desempeño y conocer la repercusión que tiene nuestro esfuerzo.
El objetivo de dar feedback a las personas que integran una corporación es elevar su motivación y, por tanto, optimizar los resultados. Y eso se consigue ofreciendo cuidado emocional.
Algunas empresas incorporan el feedback como un procedimiento más, con estricta evaluación de las competencias. No conviene olvidar que toda acción humana está regida por las emociones, y que por eso son lo primero que debemos tener en cuenta si queremos construir una organización de éxito.
La buena retroalimentación. Las personas esperan comentarios, consejos, felicitaciones y agradecimientos sobre su labor. El reconocimiento puede ser público, privado, conllevar una promoción, ventajas laborales o un incentivo económico. Cuando una empresa está satisfecha con un empleado tiene que hacerlo explícito, con palabras de agradecimiento primero y con acciones después. De este modo, se potencia el rendimiento y se incrementa el sentido de pertenencia.
El feedback nunca es negativo. A veces hay que decir que las cosas no son como sería deseable. Pero hay que saberlo decir. No se trata de críticas, sino de buscar soluciones a procesos que no funcionan o de lograr cambios en una actuación. En esos casos, es importante preparar una reunión en privado con la persona cuya actitud deseemos modificar.
Hay que identificar el problema y limitarse a lo concreto, no sacar temas del pasado o colaterales que no vengan a cuento. Además, conviene hablar de datos probados, no de suposiciones, y no atacar al individuo, solo intentar remitirnos a los hechos de manera asertiva.