Existen tareas que no pueden hacerse de manera remota. Pienso en las personas que han trabajado duramente en los momentos más difíciles de la pandemia, como los sanitarios, los limpiadores, los dependientes de comercios…
Muchos líderes piensan que el teletrabajo supone perder el control y no quieren ver sus oficinas vacías. Es posible que lo hayan aceptado como una solución temporal, pero no se debe ver como amenaza.
La presencia física sigue siendo indispensable en muchos ámbitos, pero el trabajo remoto no tiene por qué llevar a algunas empresas a perder nada como complemento en algunas áreas.
Controlar sigue siendo necesario
Las personas agradecen la flexibilidad y la posibilidad de conciliar, pero, es imprescindible instaurar sistemas informáticos que habiliten el control. La pandemia está haciendo que muchos trabajadores den por sentado que seguirán trabajando desde su hogar, y a veces no es posible. La empresa no debe mostrar timidez a la hora de crear sus reglas y comunicarlas abiertamente. Y aquellos que, por motivos como el miedo o “riesgo a enfermar” deban teletrabajar, hay que establecer criterios de horarios, de equidad entre los empleados que acuden a la oficina, sistemas de supervisión para conocer quién está trabajando en cada momento y dónde, y objetivos medibles. Cuando todo el mundo sabe lo que debe hacer y lo que puede esperar si no lo hace, la productividad no se reduce.