La metodología del pasado en la era del marketing ha permanecido inalterable durante muchas décadas, pero hoy, los responsables del marketing necesitan avanzar y saber qué factores inciden en la conducta que impulsa el consumo. Y aquí entra el juego la psicología y, con ello, la neurociencia.
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que necesitamos cambiar estrategias y aprender de lo nuevo? No hay que desprenderse del conocimiento del pasado en este campo, porque la base del marketing hay que llevarla hasta el final, pero no podemos escapar de los conocimientos actuales sobre los “comportamientos” y su aplicación y complemento a los enfoques más tradicionales. Y aquí llega el neuromarketing.
En los últimos años la neurociencia aplicada a la economía y al marketing ha dado lugar a un amplio avance en este campo. Aunque se puede remontar a 1999, realmente fue el neurocientífico A. Damasio el que predijo que las decisiones son emocionales y no racionales. A partir de aquí, un grupo de científicos y psicólogos estudian cómo el cerebro responde a estímulos del marketing, abriéndose las perspectivas para acceder a los estados mentales de los consumidores.
La habilidad para “manejar” a las personas siempre es un tema espinoso, pero si lo vemos con otra perspectiva, la manipulación está casi dentro de nuestras propias familias, casi sin darnos cuenta.
El neuromarketing permite comprender cómo el consumidor responderá ante un estímulo determinado y en función de esa percepción, sabrá cuál será el tipo de respuesta. Para ello hay que saber cómo nos comportamos, pero hay que contar con un margen de error importante teniendo en cuenta, el sentimiento, el ánimo, el lenguaje propio y la etapa en la que vive la persona en ese momento.