Es tarea del líder detectar estas actitudes tóxicas y no hacer como si no ocurriera nada. Fingir que el problema no existe, que es normal o que ya se pasará supone un comportamiento de avestruz que puede llevar a su compañía a tener graves dificultades, no solo legales sino de desempeño. A esto llamo Jefe Avestruz.
Las empresas mejores y más ricas son aquellas que están integradas por personas diversas en ideas, en edades, en género, en procedencia, en cultura, en formación, en habilidades, en experiencia… Pero este tipo de corporaciones deben tener claro un principio común: el respeto a los demás.
Para lograr una empresa donde cada persona se sienta a gusto, libre para expresarse, plena para desarrollar su creatividad y feliz de ser miembro de un equipo con una meta común es necesario:
Programar reuniones de grupo. Deben ser frecuentes, bien presenciales, bien virtuales, pero de todos a la vez. Por ejemplo, de forma semanal, debería hablarse abiertamente sobre qué ha sido lo mejor desde el último encuentro, qué ha ido mal en cada departamento, qué solución ven, qué proponen para los próximos siete días, etc.
Establecer encuentros individuales. Hay temas que las personas no desean hablar en grupo. Por eso es especialmente importante conversar con cada uno en privado y recordar que, si una parte no lo solicita, la otra debe dar el paso para reunirse.
Brindar formación en emociones. Mucha gente arrastra prejuicios por su educación que resultan intolerables en el mundo de hoy. Tener diferencias en las opiniones políticas, religiosas o sociales es normal y saludable; por suerte, no todos pensamos lo mismo.