Esta semana mientras limpiaba mi hogar y sacaba el polvo de las figuras de decoración, me encontré con este camión de juguete.
Este camión es muy especial, su fecha de manufactura es alrededor del 1900 es por esta razón que se considera una antigüedad.
Soy una persona que me encanta coleccionar recuerdos y sobre todo piezas que tengan una historia. Cada vez que viajo a un país o provincia me encanta visitar las tiendas de antigüedades o mercados de pulgas (Flea market) buscando esos tesoros que formarán parte de mi colección.
Una mañana en el pueblo de Shenandoah, Virginia, visité una tienda de antigüedades bien pequeña pero llena de piezas únicas. Allí sobre un mostrador encontré el camión de juguete, el cual capturó mi mirada prácticamente al instante, como lo es el amor a primera vista.
Lo tomé en mis manos y noté que aún llevaba amarrado un pedazo de cordón el cual era utilizado para jalarlo por algún niño. Les confieso que este detalle derritió mi corazón, no presté atención de que le falta la cabina donde va el conductor. Pague tres dólares por esta pieza, me la llevé al hotel y comencé a imaginarme a los niños que habrían jugado con el camión en los últimos 100 años.
¿Qué habría sido de esos niños? ¿Fueron felices, fueron hombres de bien? ¿Se habría convertido alguno en presidente? Nunca sabré las respuestas a esas preguntas. Con el camión en mis manos también me vino un sentimiento de angustia, pensando que aquel juguete inofensivo fuera testigo de eventos tristes y desgarradores, de algún maltrato hacia un niño.
A todos nosotros nos encanta coleccionar, guardar, recopilar algo muy especial. Unos guardan recuerdos alegres y otros guardan recuerdos tristes. Y esos sentimientos nos acompañan a lo largo de nuestra vida.
¿Cómo lo sé? Porque alguna vez yo también guardé en mi corazón y en mi mente recuerdos dolorosos y tristes que no me dejaban ser feliz.
Durante gran parte de mi vida los atesoré como he guardado este juguete. Puede que sea resentimiento, experiencias de maltrato, falta de perdón, baja autoestima etc.
Solo cada uno de nosotros lo sabremos, son nuestros secretos. Mientras nos empeñamos en coleccionar este tipo de sentimientos no le brindamos espacio para que nuevas memorias positivas ocupen nuestra mente y corazón.